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Mi nombre es Koji Kabruto

junio 16, 2009

Quien espere encontrar aquí un blog al uso, se pude ir largando.

Aquí no hay sitio para el peloteo mutuo, los «cervantes» de pacotilla, clubs de iluminados, ni nada que se le parezca. Me siento más próximo a la historia que nos cuenta la maruja en su bitácora nocturna, que a las memeces de tantos gilipollas que se creen la polla de Bukowski, cuando en realidad apestan como la pelusilla del ombligo (tántrico, eso sí) de Sánchez Dragó. En todo caso, éste es un diario de lo que me tiene hasta los huevos, que no es poco. Punto.

Para empezar, quiero dedicar este espacio a todas las pavas de mi oficina, aquellas que se emplean a fondo  tocándose el higo el día entero, funcionarias cuyos méritos se basan en comerle el coño a la Subdirectora a cambio de que las deje seguir haciendo lo que mejor saben hacer: ir al mercadillo a por bragas para ver cuál de ellas tiene el culo más gordo (es una lástima que la ropa interior no se luzca en las cabezas, porque entonces sí que podrían presumir de tangas bien ajustados).

Por cierto, mi nombre es Koji Kabruto, desde una tierra que no existe, en un trabajo absurdo donde nada, salvo las vidas de estas víboras, pasa.

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